Mi máquina de prejuicios funciona con bastante efectividad, sin embargo a veces me equivoco derivando aspectos a partir de la impresión inicial que tengo de una persona (o conjunto de personas).
Y a veces, lo que años atrás era para mi el prototipo de anti-persona, se convierte en un ejemplo a seguir. Yo, que siempre me he quejado porque no todos tengamos las mismas facilidades para vivir, descubro a veces que gente con problemas más graves consigue salir adelante de una forma sorprendente (o quizás predecible, pero a mi no deja de sorprenderme).
Lo lógico sería explicar a qué viene todo esto, pero el principal público de esta página soy yo dentro de unos años, así que seguro que sabré de qué hablo. Aún así, puedo resumir esta filosofía de vida en una frase: Cuanto más me dan por el culo, más sonrío. Parece estúpido, pero una persona que consigue hacer eso todos los días de su vida es, para mí, simplemente invencible.
Me viene ahora a la cabeza mi amiga Carmina Ordoñez, una zorra venerada como diosa por el ejército de borregos enganchados a la televisión. Una persona cuyo logro fue perder la partida teniendo todos los ases. En mi televisión particular, en la que yo hago los guiones y sólo veo yo, desde luego el protagonista sería otro. Lo que no tengo claro es qué pasaría en mi particular Crónicas Marcianas.
warning: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Basado en hechos reales. Hecho a partir de zumo concentrado de frutas.
warning: Perder dos concursos está muy lejos de los problemas de los que hablo. Las historias cercanas en tiempo del blog no tienen en absoluto nada en común.