A la próxima vieja que intente adelantarme por la derecha para subir al tren, le pego una patada y la tiro a la vía. Señoras, por mucho que les joda, el mundo no se va a acabar hoy. Los asientos de tren son numerados. Siento mucho que hayan pasado etapas difíciles en su vida, pero no paguen su frustración conmigo. El tren no se va a ir sin que ustedes suben o bajen (especialmente en A Coruña, que es final de vía).
Lo dicho, la siguiente me la cargo.