Este lo descubrimos por casualidad el otro día, no puede ser mas groovy y más happy y demás adjetivos que acaben en ‘y’. La casa azul no son cinco tarados que se quedaron tontos con los porros y el grupo parchís, es un maligno proyecto que me enamoró todavía más al conocer su origen:
¿Por qué no puede haber unas Spice Girls del mundo indie? Un grupo ficticio, como los Archies, pero de carne y hueso diseñados expresamente por un productor, compositor e intérprete como Guille Milkyway.
Podéis leer la historia de La Casa Azul en la entrevista a Guille Milkyway en la MTV
La cuestión es que La Casa Azul es una especie de droga mágica que te induce a un estado de tranquilidad y felicidad sin tener que pasar por la farmacia con receta ni llamar a tu amigo de coleta y chupa militar.
Es ese tipo de música que te hace reírte en medio de un hospital en pleno agosto, además de servir para desconectar de la señora orgullosa de sus dos hijas modelo de comportamiento y que sobre todo desea que cualquier persona le diga cualquier cosa que ella conseguirá relacionar con la historia de su hijo adpotado para contarla de nuevo para sorpresa de su interlocutor e indignación de los que ya habíamos escuchado la historia varias veces (vieja, me acuerdo de tí, no escaparás).
La Casa Azul es al amor lo que Un Pingí¼ino en mi ascensor es a la vida: las cosas no van bien, pero mientras se puedan cantar de forma cutre y alegre merece la pena seguir adelante. Además es un efecto curioso, hasta que leí que todas eran historias tristes no me había dado cuenta.
Y por supuesto no os podéis perder Superguay, el vídeo con el que conocí al grupo y que sería la cabecera de este post si no funcionara mal al ponerlo directamente por algún extraño motivo y yo no quisiera acostarme pronto para hacer algo en el MundoRealâ„¢.
7 comments