Hoy a las 4:30 de la tarde me he dado cuenta que no tenía nada para comer, así que me he ido corriendo al supermercado a por “provisiones”. Supongo que la prisa y el hambre me han hecho coger las cosas apenas sin mirarlas.
No compro las cosas por su envase, salvo una excepción: trato de no comprar nada que tenga letras en Comic Sans, manía personal (y compartida por muchos).
Cuando era pequeño, uno de las golosinas que más me gustaban eran los yogures de chocolate, concretamente los de Clesa. Me encantaba su sabor y, no lo voy a negar, su envase, porque tenían bombones dibujados. Supongo que ese “trauma positivo infantil” hace que le tenga aprecio a esa marca, y al tratar de escoger unos que tuvieran pinta de no-muy-insanos y no-muy-insípidos, localicé estos de Clesa.
Cual es mi sorpresa que, al ir a la nevera al coger uno, descubro ese virus contagioso que afecta a los ojos llamado Comic Sans. Su empresa vale 188 millones de euros pero el que le diseña los envases utiliza Comic Sans.
No tengo mucha idea de diseño, no sé ni combinarme la ropa, pero sé reconocer un mal diseño, y Comic Sans lo es: por desagradable, por poco original y por inapropiado. Dice un amigo que en la facultad de diseño industrial, una de sus reglas de oro es no utilizar Comic Sans nunca. ¿Entonces una empresa de esa magnitud no tiene a alguien profesional haciendo sus envases?
Nota 1: Como es de suponer, se lo he enviado a Clesa a través de su formulario de sugerencias.
Nota 2: La web de Clesa también tiene delito, pero si no hubiera sido por sus envases, ni la hubiera visto. Qué web ya se ha ocupado de ellos en su día.
Nota 3: Por cierto, el yogur, aún teniendo en cuenta que no trae esos trozos de naranja que promete el envase, está buenísimo.
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