La gran mayoría de los discursos sobre productividad, eficiencia, optimización, productividad y demás historias me parecen cuestiones bizantinas, al menos cuando están relacionadas con el trabajo y las personas.
Sin embargo hay algunas excepciones, bastante acertadas, que quizás tampoco nos ayuden a mejorar pero sí a reirnos un poco de nosotros mismos por lo cotidianas que nos pueden resultar.
Esta tarde ha sido para mí la máxima expresión de la Ley de Parkinson
El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine
Son las 21:23, y no he acabado lo que pretendía hacer esta tarde, tareas que con dedicación “a tope” hubiera podido terminar en un par de horas, pero diversas interrupciones voluntarias (entre ellas este post) han hecho que no sea así. Lo que nos lleva a otra teoría, que en 3º de EGB ya estaba en mi cabeza en base a la experiencia:
Una tarea se hace más larga cuantas más veces la interrumpamos
En los humanos, por la pérdida de concentración. En los Sistemas Operativos, el aumento del quantum de los procesos minimiza a la larga los cambios de contexto, maximizando el throughput, aunque penalizando el tiempo de respuesta. ¿Por qué a todos esos “tuneros” que le ponen cosas a la caja de su pc nunca se les ha ocurrido poner una ruedecita que modifice por hardware el quantum de los procesos, para cuando el sistema operativo entra en hiperpaginación? En vez de eso bajan la temperatura del PC, no lo entiendo. Claro, porque son tuneros, y no se les ocurren cosas. (Realmente la cosa no es tan fácil, pero ellos tampoco saben por qué).
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