Al final pude ver al señor Woody Allen tocando el clarinete junto a su banda de Jazz. Con las luces apagadas, tenía uno la sensación de estar en un garito de Manhattan tomándose un whisky y escuchando a la banda de Pig Joe & Co interpretando el repertorio de funerales, fiestas, prostíbulos e iglesias.
El concierto era gratuito, pero las colas que se formaron ayer eran descomunales. Estuve allí gracias a la inmensa paciencia y generosidad de Gonzalo, que se pasó ocho horas en la cola para conseguir un par de entradas. Un post de agradecimiento es lo menos que puedo hacer.
La foto es de Público/EFE, la de mi móvil no quedó tan digna.
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