Siempre soy reacio a comentar cosas que otros ya han comentado mejor que yo, pero este caso se merece una reseña. Para los que no lo sepáis, la SGAE interpuso una demanda contra Julio Alonso (Director General de Weblogs SL, empresa para la que trabajo) por una entrada en su blog personal (independiente de la empresa) en la que hablaba, de forma informativa, de acciones contra la SGAE, pidiéndole 9.000 euros de indeminización.
La cuestión no es que el demandado sea él, que la demandante sea la SGAE o los 9.000 euros, el problema es que está en juego nuestra libertad para hablar mal de una empresa u asociación, aunque cuidemos mucho nuestras palabras y nos limitemos a informar de hechos reales.
Decía Ignacio Escolar (director de Público, que también ha sido demandado por la SGAE) en una conferencia a la que asistí hace un par de semanas y todavía tengo pendiente comentar, que a veces tendemos a llamar opinión a algo que no lo es. Ponía el ejemplo de alguien que comentaba en su blog “creo que cierta empresa está en quiebra”, algo que no se podía encajar en opinión por mucho que nos lo parezca si no es cierto. Completamente de acuerdo, Internet no es un “todo vale”. Dicho esto, cualquier intento de censura a un post informativo y con las palabras muy cuidadas, amparado en el derecho al honor, parece una causa contra la que luchar. Y la lucha nos afecta a todos.
Más detalles y reacciones en los siguientes enlaces:
- Sentencia condenatoria en juicio sobre SGAE en primera instancia (Merodeando)
- Sentencia a favor de la SGAE por comentarios en Merodeando (Error500)
- Julio Alonso pierde el juicio contra la SGAE en primera instancia (Microsiervos)
- Un tribunal condena a un ‘blogger’ por difamar a la SGAE (El País)
- Tecnología – Julio Alonso: “Hay batallas que hay que dar, aunque no se ganen” (ADN)
Ahora el caso va a ser recurrido. Jugamos con desventaja: la falta de actualización de los jueces es preocupante. La sentencia explica que los que escriben en un blog se llaman positeros, palabra que hasta ayer nunca había oído. Fuera de la anécdota, Ricardo Galli explica el problema, que no es pequeño ni fácil de solucionar: Letrados iletrados (y posiblemente parásitos).
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