Puede parecer duro, pero desde agosto de 2006 no he pasado ni un solo día sin Internet. Desde aquel viaje a las Islas Cíes.
El hecho en sí no es para tanto, pero sí que apetece pasar al menos un fin de semana completamente desconectado del trabajo. Realmente, si no lo hice es porque no quiero y porque disfruto con lo que hago, ya que nada me impide desconectar al 100% todos los fines de semana.
Además, que no haya tenido días 100% desconexión, no significa que no haya tenido momentos de relax incluso en los viajes de trabajo: dos veces Barcelona, tres Madrid, París, Sevilla, Ginebra, Praga, Parma y Londres (en los últimos 13 meses, me acabo de asustar a mí mismo).
Este es un pequeño análisis de mis vacaciones perfecas para desconectar:
- Sin aviones, para evitar facturación de maletas, esperas en el aeropuerto, viaje hasta el aeropuerto y demás.
- Sin viajes largos en coche, mi límite son 250 km. Más kilómetros cansan y te comen el día del viaje. Y si es en coche, con sitio donde aparcar.
- Sin grandes aglomeraciones de gente.
- Sin Internet. Sin nada de Internet. Así que nada de cobertura 3G (zona alejada de la civilización, o fuera de España donde no tenga la tentación de pagar datos en roaming)
- Sin eventos de coches, blogs, periodismo, Internet ni nada parecido por la zona.
- Sin objetivos del tipo “voy a intentar conocer Milán en las tres horas que tengo libres”.
- Un sitio tranquilo donde dormir, véase hotel bueno o casa de alguien.
Resumiendo, dos días de tranquilidad y pequeños placeres antes de que, como dice Esteban, terminemos pastoreando cabras.
Del lugar elegido (se lo cuento en privado a quien quiera) me han dicho que es un asco. Lejos de tirarme para atrás creo que me ha animado, de hecho no salir del hotel más que para comer y beber podría considerarse un gran éxito.
Nos vemos el lunes.
4 comments