Resulta que todos tenemos varias personalidades, pero quizás no nos habíamos parado a pensar en ello hasta que la facilidad para intercambiar información en la Web 2.0, unida a la cantidad de gente con acceso a la red, ha creado un nuevo escenario.
Conviene aclarar una cosa: tener varias personalidades no significa llevar una doble vida. Simplemente quiere decir que tu profesor no debería saber que tienes una foto suya con cuernos pintados en tu habitación, o que tu exnovia no querrá saber que la señorita que calienta ahora tu cama es más guapa e inteligente que ella.
No voy a entrar en la valoración moral, pero esto ha sido siempre así desde el principio de la civilización, y no deberían ser los analistas de Facebook o Tuenti los encargados de replantearse el modelo de relaciones sociales.
El problema
Víctor lo analiza con un genial concepto: aplanando personalidades. Integrar Twitter en Facebook, publicar tus fotografías en alguna red social o hacer algún comentario en público puede causar efectos indeseados.
Incluso aunque no exista un motivo, los malentendidos son algo habitual por el simple hecho de que nuestro ego hace que nos demos por aludidos por los comentarios de otra persona. Especialmente aquellos que, como yo, tenemos la insana manía de soltar frases abstractas en Twitter.
Los comentarios que pueden ser mal interpretados. Ya sea un simple twitt o un post en tu blog. Por ejemplo, yo parezco mucho más radical en mis ideas cuando las escribo que cuando las cuento tomando un café. Además, cuando escribimos en un blog siempre subestimamos la cantidad de personas que lo acabarán leyendo.
Aunque no tengamos nada que ocultar, no es buena idea publicar todas tus fotografías personales. Un ejemplo: la mayoría de usuarios de la red no tienen un blog personal sobre sus habilidades profesionales ni un currículum online con servicios como LinkedIn.
Tienen su Tuenti o su Facebook las fotos de la última noche de fiesta con pelo engominado, vaso de tubo en mano y ojos enrojecidos. Esto no tiene nada de malo, lo que haga uno en su tiempo libre no tiene relación alguna con su capacidad profesional, pero quizás te gustaría que tu tarjeta de presentación para un departamento de selección fuese otra distinta. Enrique Dans lo analizaba hace poco: Redes sociales y privacidad.
Y no sólo en el ámbito profesional, también en el personal. En general, dejar una pieza de información a otras personas sin reservarte la oportunidad de contextualizarla puede jugar en tu contra. Y repito, esto afecta especialmente a aquellos que no tienen nada que ocultar.
Mis consejos
Creo que la clave está en controlar la granularidad de la información y mantener el control sobre quién puede ver cada cosa. La gente que te rodea se divide en más roles que “Amigo, Amigo de amigo y Otros”.
Una solución posible es utilizar varias redes sociales, por ejemplo Facebook y Tuenti, y tener un perfil de contactos distintos en cada una de ellas. En Facebook yo tengo lo que considerlo “lo público”, alguna foto y el Twitter integrado. En esta categoría también entraría mi blog personal. Tuenti lo he reservado para un pequeño grupo de amigos offline, ya que ellos comparten fotos allí.
Curiosamente, ahora mismo tengo otro grupo de amigos que no utiliza Tuenti, pero tenemos un pequeño blog privado sólo entre nosotros; algo tremendamente divertido por cierto.
Por otro lado, todos tenemos nuestros nicks en la red, más fáciles o más difíciles de asociar con nuestro nombre real, pero útiles si no quieres que alguien con tiempo libre pueda saber qué vendes en eBay, qué problema has tenido con tu lavadora o tu fijación con Scarlet Johanson. Una solución noventera como dice Víctor pero perfectamente válida para lugares de paso temporal como un foro o una lista de correo.
Todo esto es difícil de compaginar para aquellos a quienes nos gusta compartir la música que escuchamos, las fotos de los lugares a donde hemos ido o lo que estamos pensando en cada momento en Twitter. Mi idea de privacidad es que, más que ocultar cosas, lo que quiero es tener el control sobre qué saben o piensan los demás de mi.
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