Hará unas tres semanas que tengo un Macbook. Pero tengo la sospecha de que viene defectuoso, o al menos incompleto. En la caja encontré el portátil, el cargador con un par de enchufes, los dvd´s, un pañito para limpiar la pantalla y creo que nada más. Ni rastro del frasquito con la droga que te crea esa necesidad de hablar sobre él a todas horas. Ese líquido de la felicidad que tampoco veo en la tienda de Apple, pero que sin duda consumen la mayoría de los usuarios de Mac.
Comencemos con algún hecho para ir calentando.
- En los últimos días he calculado que aproximadamente 1,5 de cada 20 twitts de la gente a la que sigo habla de Apple o alguno de sus productos. Es decir, cada vez que miro twitter, veo al menos algo sobre este tema. Es un 7,5% del total de twitts.
El orgullo de los gadgets
La misma semana que lo compré, casualidades de la vida, también me compré una afeitadora / recortadora de barba. Uno ve cosas y luego las quiere. 17 euros en Carrefour.
Es curioso, porque cuando me encontraba a mis amigos les comentaba lo contento que estaba con mi nuevo gadget, con sus dos cargadores, su impecable funcionamiento y su peso ligero. Por la afeitadora, claro.
Todavía no ha llegado el temido día en que algún desconocido me pregunte por mi Mac. Porque es lo que tiene la tecnología, a veces atrae a gente con ganas de conversar sobre ella. Aún recuerdo cuando una persona desconocida me dijo “no sé como puede haber gente como tú que utiliza Gnome sobre Debian”. Creo que mi respuesta fue algo así como “¿Nos conocemos?”.
La mejor anécdota, la dejamos para el final.
¿Entonces por qué demonios te lo has comprado?
Sólo para poder criticarlo sin que la gente piense que es por envidia Porque es una buena opción, no lo niego. El portátil tiene una calidad buena, es bonito, el sistema operativo es bueno y todo lo que queráis. Ama el pecado y odia al pecador.
A mí me salió por menos de 600 euros, descontando el IVA, IRPF (es un gasto de trabajo) y una subvención de 350€ para autónomos de la Xunta de Galicia. Pero esto tampoco importa, no estoy hablando de mí.
El precio de los productos de Apple
Pero no es la mejor opción calidad/precio, en mi opinión, para la mayoría. Pagas el “impuesto Apple”, ese sobreprecio que cualquier empresa aplica a su producto si sabe que sus usuarios están dispuestos a pagarlo.
- Si yo soy el director de una empresa y veo que la gente hace enormes colas el día anterior para comprarlo (caso iPhone), subiría el precio inmediatamente. Las cosas cuestan lo que la gente está dispuesta a pagar por ellas, por eso los fans de Apple no se deberían quejar del precio, ya que es relativamente barato para ellos.
Lo más interesante es lo que puedes hacer con un portátil y cuánto te cuesta. Hablemos de necesidades. Hasta ahora, mi portátil era un Samsung que había cumplido ya los tres años de impecable servicio. Y seguía siendo totalmente válido para mi trabajo, y para el de la mayoría.
Se puede llevar uno de los blogs con más tráfico de España con un portátil de 400 euros (realmente mi Samsung ahora valdría mucho menos), o incluso puedes ser uno de los empresarios más reconocidos en Internet a nivel mundial y trabajar con un portátil de 400 euros. No es una cuestión de pagar más por una herramienta que necesitas, es porque la quieres (y no hay nada malo en ello, pero no combiene confundirlas).
Usabilidad y experiencia de usuario
La experiencia de usuario en los productos de Apple es su principal virtud. Y la usabilidad también, pero hasta cierto punto. Porque cuando hay que escoger entre una u otra, Apple se decanta por la experiencia de usuario. Es decir, intentan hacer las cosas bonitas y útiles, pero sobre todo bonitas.
Un ejemplo: los preciosos iconos del dock, una auténtica obra de arte moderno pero que son más anchos que la barra de Windows (aún al mínimo tamaño) y quitan espacio de trabajo útil. Sí, se puede ocultar, pero curiosamente no se puede desactivar la animación al restaurarla. Verla cada vez que tengo que cambiar de aplicación no parece una gran idea.
Los PC se suspenden, los Mac “reposan”
Eso sí, por supuesto que el mundo Apple es fantástico. Porque, por ejemplo, si tienes un PC y cierras la tapa éste se suspende. Queda flotando en el aire, o no llega al 5 en un examen. Te imaginas cómo ocurre el cambio de contexto en el procesador, cómo se guardan todos los registros, cómo se desactiva el disco duro… qué tarea más compleja.
Sin embargo, un Mac no se suspende, un Mac entra en reposo. Seguro que al cerrar la tapa sueña con infinitos abedules de hermosura incomparable, porque él no tiene registros de contador de programa como esos sucios caharros, él tiene sentimientos.
El orígen del mal
Toda esta historia, el clave de humor ácido y sin pretender ofender a nadie, viene motivada por el comportamiento casi obsesivo de alguna gente por vender al resto la tecnología que utilizan.
(Amigo común): Dani, este es fulanito. También estudia informática.
Yo: Hola, encantado.
í‰l: Anda, informática. ¿Tienes un mac?
Yo: Eh, no.
í‰l: Pues deberías, en serio.
Yo: Pues ha quedado buena tarde.
í‰l: De verdad, tienes que probarlo.
Yo: Sí, lo he probado, gracias. Cada vez el otoño se adelanta más.
í‰l: En serio, es que una vez que lo pruebas te vas a quedar enamorado, es otra forma de hacer las cosas, va mucho mejor…
Y así siguió durante 20 minutos, yo metido en una charla de evangelización sin poder salir de ella (nos habíamos quedado solos). Sí, ese fue el origen de mi trauma con los fanboys de Apple.
Sé que, tarde o temprano, otro fanboy vendrá a hablarme de Apple. Ahora corro más peligro porque tengo un Macbook, y además de verlo lo huelen. Pero tengo preparada mi estrategia.
Cuando en la sala de espera del dentista, en el autobús, en el aeropuerto o en una conferencia alguien se me siente al lado y me diga “Anda, veo que tienes un Mac”, con mirada fija y voz segura le estamparé un discurso de 20 minutos sobre mi afeitadora y lo genial que es, sin dejarle la más mínima posibilidad de cambiar de tema o replicar mis argumentos.
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