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Prediciendo el futuro

[Este post lleva algunos meses en borrador. Concretamente es el borrador número 31, junto a otras 30 ideas quizás demasiado estúpidas, mal elaboradas o demasiado desordenadas como para ser publicadas. En vacaciones, bajamos el umbral.]

Me encantan los intentos de predecir el futuro. Concretamente, me encanta encontrar errores en ellos. Y es una afición bastante útil: predecir lo que va a ocurrir en 100 años no sólo es complicado sino que resulta inútil, pero saber hacia dónde se van a mover las cosa en los próximos años puede ser una ventaja.

Dos aproximaciones, la humorí­stica y la útil:

El futuro no será así­...

Para empezar:

  • Las puertas no harán ruido hidráulico. Si la puerta de nuestra casa hace ruido la engrasamos, no veo por qué í­bamos a sustituir la tecnologí­a actual por otra que hace un ruido desagradable.
  • Por el mismo motivo, los ordenadores no darán pitiditos ni tendrán más lucecitas que ahora. Aunque estés en una nave espacial rodeado de marcianitos, esas cosas son irritantes, ya sea ahora o dentro de cien años.
  • Las máquinas no tendran voces metálicas, hace ya más de una década que los ordenadores mueven bitrates suficientes para que no ocurra esto.
  • Hay dos cosas que seguirán igual, ya que llevan unos cuantos siglos sin avanzar nada, incluso en las últimas prolí­ficas décadas: las sábanas de la cama y los paraguas.

Todas estas anécdotas son de cualquier pelí­cula, pero llevan un concepto subyacente: no sabemos pensar en cómo será el futuro. Si nos equivocamos tanto en pocos años, significa que realmente tampoco sabemos qué va a pasar mañana.

En esto, 2001: Una odisea del espacio es para mí­ una de las mejores pelí­culas futuristas. Plantea una situación imaginaria, pero con un problema de fondo que 40 años después no ha sido resuelto (qué es la inteligencia y hasta qué punto se puede crear una inteligencia artificial de forma equivalente a la humana).

¿Cómo será?

El problema viene de imaginarse una evolución de la tecnologí­a actual, en vez de pensar qué problemas resuelve y cómo se podrí­an resolver mejor, aunque ahora no sea posible.

Otro ejemplo de pelí­cula, la evolución de los móviles hacia algo mucho más vistoso pero que resuelve el mismo problema. La cuestión es que, si puedo prescindir de llevar algo en el bolsillo, lo haré. Si existe una forma de transmitir datos directamente entre cerebro y máquina, las interfaces que plantean las pelí­culas futuristas serán ridí­culas.

Algo más hipotético, cuando nos imaginamos “los coches del futuro”. No hablo de los que lo hacen a corto plazo y fallan, sino más bien a coches voladores. De nuevo, no nos estamos haciendo la pregunta adecuada: ¿resuelve eso el problema de la movilidad? ¿Necesitaremos movilidad tanto como actualmente? ¿Tendrá sentido moverse fuera de casa o de un entorno mí­nimo salvo para hacer turismo?

Web 3.0

Todo esto viene por un breve artí­culo de Martin Varsavsky llamado La web 3.0 será visual. Me parece un análisis demasiado simplista planteado como una evolución de la situación actual. Puede que esté de acuerdo con las conclusiones, pero no con el planteamiento. ¿Demandan los usuarios más contenido audiovisual? ¿Resuelve el contenido audiovisual los problemas siempre mejor que el texto?

Una pega a su argumentación es el cambio de paradigma de los creadores de contenidos, que han pasado de ser unos pocos y con mucho presupuesto a ser muchos y con poco presupuesto, de hecho podemos pensar en que el contenido generado por el usuario cobre cada vez más peso con presupuesto nulo.

Esto puede ser un argumento a favor de la web visual (sólo una barrera de entrada alta como el ví­deo hará rentable una empresa dedicada a medios) o en contra (precisamente por ese coste no podrán competir).

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